Es bien sabido que parte de nuestro armamento terapéutico se basa en nuestra capacidad de recetar fármacos que puedan ayudarnos a resolver un cuadro clínico complejo o nos ayude a evitar complicaciones innecesarias, derivadas de pacientes cada vez más mayores y con más interacciones medicamentosas. No obstante, en nuestra labor clínica, se ha abusado de una forma negligente y poco afortunada de la prescripción de antibióticos en casos donde no era necesario. La excusa de:” no tenemos tiempo en la agenda, mándale un antibiótico y le das cita otro día”, ha sido un mantra desgraciadamente excesivamente frecuente en las consultas dentales.
Hoy por hoy y con la ciencia en la mano, tenemos bastante bien limitadas las indicaciones de los antibióticos, ya sea a modo de tratamiento clínico o como profilaxis. No hay por tanto excusa para aumentar el gasto no ya económico sino, y sobre todo en salud (por los efectos secundarios que todo fármaco posee y por el aumento cada vez mayor de las resistencias de los patógenos) lo que nos lleva irremediablemente a ser responsables de mala praxis. Adjuntamos artículo de revisión donde los datos no dejan duda: “/…/ más del 80% de los casos de prescripción de profilaxis antibiótica, son innecesarios /…/”.
Que sirva esta entrada para hacer una pequeña reflexión al respecto: ¿Este antibiótico es necesario y realmente va a ayudar a mi paciente?
Lectura de interés: Assessment of the Appropriateness of Antibiotic Prescriptions for Infection Prophylaxis Before Dental Procedures, 2011 to 2015. Descargar PDF