Pues ya estamos en Navidad, cuando apenas hace un suspiro que estábamos disfrutando de nuestras vacaciones de verano. Y lo cierto en todo esto es que conforme crecemos el tiempo pasa más rápido. Escuchaba decir esto a mis abuelos y ahora es la sensación que queda. El tiempo vuela. Y lejos de ser una reflexión que deba traer tristezas, como personas inteligentes que somos, que nos sirva para aprovecharlo. La Navidad suele ser una época en la que nos proponemos cambios (el año que viene dejo de fumar, me apunto al gimnasio…), finalmente para Febrero o Marzo empezamos a ser conscientes de que habrá que volver a esperar y volver a replantearse metas, quizás el año próximo. Posiblemente deberíamos plantearnos cambios más profundos, quizás más difíciles pero que realmente nos ayuden a cambiar definitivamente hacia una vida más feliz. Ser conscientes de esa fugacidad del tiempo, mirar pero sobre todo ver, cuando estemos con los nuestros y con nuestras mesas llenas de comida y los regalos, entender que esos momentos son irrepetibles, que quizás sean los mejores y no lo vemos o que quizás no sigamos estando todos las siguientes veces, y eso se llama: presencia. A menudo estamos sin estar, con la cabeza dando vueltas a mil y un problemas (el trabajo, las deudas, las cosas que nos preocupan). Debemos estar presentes de verdad, ver, apreciar y disfrutar sobre todo de las personas que importan y entender que todo lo demás son solo el paisaje, un escenario y bonitos adornos. Os deseamos de corazón que disfrutéis estos días y comencéis ese cambio hacia una vida plena y feliz. Que os traigan muchos regalos y cuidado con las carreteras.
Un fuerte abrazo a toda la familia SEMO.